“Su cuerpo es como si fuera inerte, sí, no siente nada (…)”, esas fueron las palabras con las cuales Ángel Jacanamijoy, vendedor de helados de la plaza central Águeda Gallardo de Pamplona, describe lo que es el espíritu de la mujer que un día vio y que acecha las frías y oscuras calles de este municipio nortesantandereano. Esa misma que algunos llaman ‘gritona’ o ‘La Llorona’.
En Pamplona, a pesar de ser muy religiosa y conservadora, se tejen fantásticos cuentos, mitos y leyendas que no tienen nada que envidiar a relatos nacidos en otras partes del país.