Entre necesidad, tecnología y estigma: el modelaje webcam en Cúcuta
Entre necesidad, tecnología y estigma: el modelaje webcam en Cúcuta
En Cúcuta, una ciudad que siempre ha tenido los contrastes de la frontera, con el paso constante de personas, el comercio informal y las huellas que deja la migración, se llevó a cabo una investigación que quiso mirar un tema que por mucho tiempo estuvo lejos de las noticias, de las conversaciones y del reconocimiento social.
Se trata del modelaje webcam, una actividad que genera muchas opiniones, que suele estar llena de prejuicios y que pocas veces se analiza a profundidad. Por eso, se propuso un proyecto que buscó entender cómo funciona, por qué se hace y qué hay detrás de este trabajo que, aunque es común, sigue siendo visto con muchos juicios y con poca información seria.
Este trabajo nació como un anteproyecto titulado “Narrativas escritas sobre historias de vida de modelos webcam residentes en Cúcuta, Norte de Santander”, y desde el comienzo se pensó en algo que fuera más que un simple requisito de grado. Se quiso hacer un estudio que uniera la parte académica con la narración periodística, para poder construir relatos más humanos y no solo llenos de cifras, teorías o datos fríos.
Por eso se mezclaron las entrevistas, los testimonios y las historias personales con el análisis de la situación. Al final se lograron seis crónicas que contaron lo que pasa cuando se mezclan la necesidad y la tecnología, cuando las fronteras físicas se cruzan con las digitales y cuando los prejuicios se enfrentan a las realidades de quienes buscan un sustento económico.
Se explicó en el proyecto que el modelaje webcam no es algo nuevo en Colombia. Desde hace más de diez años, el país se convirtió en uno de los más importantes en esta industria en América Latina, y Cúcuta, por estar en la frontera y por sus problemas económicos, hace parte de esa realidad. Sin embargo, se aclaró que, a pesar de que esta actividad ha crecido, sigue sin tener leyes que la regulen, ni normas claras que protejan a quienes trabajan en esto, ni garantías para evitar abusos.
Por ello, se dice que se mueve en un espacio ambiguo, donde hay promesas de ganar dinero y tener independencia, pero también riesgos psicológicos, sociales y físicos que casi no se mencionan. Esa fue la motivación del estudio, porque se vio que había muchas opiniones, pero muy poca información real.
Para realizar la investigación, se usó un enfoque cualitativo, basado en el paradigma crítico-social. Esto permitió analizar la práctica como algo que no es aislado, sino que está conectado con factores económicos, culturales y tecnológicos. Para recoger la información, se aplicaron entrevistas a profundidad, se hicieron historias de vida y se usaron encuestas que ayudaron a entender el contexto de las mujeres que trabajan en esta industria.
Todo se hizo con cuidado, con respeto, sin juzgar y sin reforzar estereotipos, porque el objetivo era escuchar y contar, no señalar. Ese trabajo permitió que el producto final no se quedara solo en datos, sino que mostrara lo que sienten y viven las protagonistas.
Los testimonios que se recogieron fueron muy variados, pero en la mayoría se encontraron emociones, contradicciones y también esperanzas. Se descubrió que muchas de las mujeres eran jóvenes que entraron al modelaje webcam como una opción para poder enfrentar las dificultades económicas. Se habló de estudiantes universitarias que querían pagar la matrícula, de migrantes venezolanas que llegaron al país buscando estabilidad, de madres cabeza de hogar que tenían que responder por sus hijos y de chicas que pensaban en la independencia económica. Cada caso tenía motivos distintos, pero todos tenían algo en común: no lo hacían por simple gusto o curiosidad, sino por necesidad y por falta de oportunidades.
Se encontró también que, aunque el modelaje webcam puede ofrecer ingresos que superan los de otros trabajos informales, no está libre de problemas. Se contaron casos de mujeres que viven con miedo, que sienten una presión muy grande por tener que manejar dos identidades, la real y la digital, y que además deben cargar con el temor de que sus familias o amigos se enteren. Se habló de agotamiento físico, de problemas de salud mental, de estrés por tener que mantener una imagen frente a un público desconocido.
Además, no hay garantías laborales, no hay seguridad en caso de una enfermedad, de un accidente o de una vulneración de derechos. También se supo que existen estudios que se aprovechan de esa falta de regulación, que quitan gran parte de las ganancias y que hacen que las modelos trabajen largas jornadas. A todo esto, se suma el estigma social, porque cuando se apaga la cámara, la crítica sigue, los juicios no desaparecen y la vida fuera del trabajo se vuelve igual de difícil.
Otro punto importante que se destacó fue la diversidad de perfiles dentro de esta industria. No existe un único tipo de modelo webcam, sino que hay muchas historias, muchas realidades y muchas motivaciones. Por eso no se puede reducir a algo simple ni solo sexual, porque está relacionado con temas como la desigualdad, la migración y las condiciones económicas. Las crónicas que salieron de este trabajo contaron todo eso: los dilemas, las emociones y las estrategias que cada mujer utiliza para poder sostener su vida en medio de tantas dificultades.
Se concluyó que el valor del trabajo no solo está en mostrar algo que casi no se cuenta, sino en abrir el debate sobre los derechos de quienes trabajan en esto. El modelaje webcam es parte de la economía digital, y eso trae retos grandes para la política, para la educación y para la comunicación, sobre todo en lugares vulnerables como Cúcuta. Por eso se dijo que es importante entender que detrás de cada transmisión hay alguien que toma decisiones en un contexto difícil, no alguien que lo hace por diversión.
Este proyecto se convirtió en algo más que una investigación universitaria, porque logró dar voz a mujeres que casi nunca son escuchadas. Narrar sus historias con respeto y con cuidado permitió cambiar la mirada: dejó de ser un tema solo para el escándalo y se volvió un tema para reflexionar. El silencio que había se rompió y eso ayuda a que estas realidades se empiecen a reconocer.
El modelaje webcam no es algo pequeño ni raro. Es una muestra de los cambios que vive el mundo laboral y de los problemas que todavía existen en el país. También demuestra que, aunque la tecnología avanza, las desigualdades siguen ahí. Por eso, este trabajo se considera importante, porque más que cumplir con un requisito, sirvió para entender una parte de la realidad que antes estaba fuera de línea, pero que ahora tiene un lugar para ser contada.